lunes, 11 de febrero de 2013

Historia de una sinfonía


Suenan los primeros acordes. El silencio invade la sala y contiene la respiración. La dulce melodía anuncia el inicio de un recorrido por el pasado. Cierra los ojos, dejándose invadir por el sonido suave y a la vez decidido de los violines. A lo lejos, como en un sueño, el oboe empieza su parte, susurrándole al oído las palabras convertidas en notas musicales, besándole en los silencios, sonriéndole tímidamente en cada compás. Sonríe con él, mientras se deja guiar a través de esos primeros pentagramas de su historia.

Llegan los instrumentos de metal, con su fuerte sonido, sus intensos crescendos y el escenario cambia. Ahora ante sus ojos se presentan el desasosiego disfrazado de corcheas, los lloros camuflados en los pequeños cambios de ritmo, la tristeza como tema principal de esa amalgama de notas que parecen inconexas y que, sin embargo, para ella cobran todo el sentido. La dulzura del oboe y la flauta travesera se entrecruzan con la rudeza de las trompetas y trombones, y el saxofón, de fondo, escribe el borrador del siguiente capítulo de su libreto. 

Sonríe cuando el tímido sonido del triángulo hace su aparición, y recuerda entonces aquellos primeros meses de nervios e ilusión, de expectativas, esperanzas, lloros infantiles a altas horas de la noche y canciones de cuna susurradas con voz adormilada. Y aparece así el tema principal de la obra, con la delicadeza de las flautas y el flautín conquistando cada rincón de la enorme sala, describiendo con alegría y dulzura el sonido de la felicidad. 

De pronto, al unísono, aparecen la tristeza y la alegría, la dulzura, la ilusión, el desasosiego, el nerviosismo, las sonrisas, los lloros y las canciones de cuna. Al unísono se unen todos los días de sus vidas, todos los momentos olvidados y los inolvidables, los futuros y los que tal vez nunca fueron como los recuerdan. Al unísono se unen sus sonrisas, sus lágrimas, sus manos entrelazadas en la distancia, sus pensamientos, sus caricias y sus miradas. 

Y entonces, el sonido desaparece, suspendido en un momento infinito, transportándoles a aquel instante eterno en el que sus miradas se entrecruzaron por primera vez y sus corazones quedaron ligados por un vínculo imperceptible, latiendo unidos, al unísono, como los violines y los oboes, como el saxofón y el contrabajo, como las flautas y la percusión bailan al compás de una obra todavía sin final.

_________________________

Por fin he terminado los exámenes y puedo volver a aparecer por aquí! Echaba de menos escribir. Este relato salió de la nada mientras escuchaba música, y de forma inconsciente me puse a pensar cómo se sentiría alguien a quien le han dedicado una composición... Sin embargo, ese sentimiento puede aplicarse a cualquier obra y cualquier persona, porque ¿quién no ha sentido que una determinada obra o canción estaba echa a su medida? 
Con este relato, he tratado de relatar una historia de vida a través de la música que espero que hayáis podido apreciar y sobre todo disfrutar.

Muchas gracias por leer y millones de gracias a quienes me comentan!
Hasta pronto!

domingo, 23 de diciembre de 2012

El Día de Navidad



Regalos, regalos y más regalos. Y ninguno para él. Desde la sección de bricolaje observaba a las familias paseando alegremente por el inmenso centro comercial, a los niños saltar entusiasmados cuando veían un juguete que les gustaba, o los rostros pensativos de los padres que calculaban raudos el presupuesto disponible y distraían a los hijos con otro juguete si el anterior era demasiado caro. 

Bufó malhumorado. Qué estúpido día el de Navidad. ¿Acaso alguien recordaba qué se celebraba? Había escuchado a un niño contarle a su curiosa hermana pequeña la historia de Rudolf, el reno de la nariz roja, como explicación a ese día de cancioncitas martilleantes. ¿De verdad era necesario escuchar diez veces en una hora “Hacia belén va una burra”? ¡Al menos podrían haber tenido la decencia de intercalar varios discos y que no se repitiesen una y otra vez las mismas canciones! Pero eso no era todo, porque cuando llegara a casa, le estarían esperando a la puerta un tierno y entrañable grupo de niños y no tan niños que le desearían una feliz navidad con otra tanda de canciones igualmente tiernas y entrañables. Y con la nieve de fondo como colofón a la estampa ideal. 

Para colmo, la sección de bricolaje era de las más olvidadas esos días, y él se aburría sobremanera. Nadie regalaba unas tijeras de podar como regalo de Navidad, eso era obvio, aunque no entendía el por qué. Más prácticas eran las tijeras que cualquiera de esas corbatas sosas y cutres que tanto se estaban vendiendo. ¡Algunas incluso entonaban algunos acordes navideños si se les apretaba un botoncito! Un horror. 

Sabe que en Navidad debe estar feliz, contento, entusiasmado, emocionado y nostálgico a partes iguales. Debe saludar con una sonrisa a gente que le ignora y a la cual ignora los restantes días del año, debe reír con más vigor del habitual y proclamar la magia de la Navidad a los cuatro vientos. Pero es que él ese día se ha despertado tarde y congelado, porque su querido perro Pungo le había robado la manta mientras dormía. No había tenido tiempo de desayunar su imprescindible tazón de café ni de leer por encima su sección favorita del periódico –“Curiosidades curiosas”- . Además, había nevado esa noche y las cadenas del coche no estaban puestas, el motor estaba frío porque la noche anterior estaba demasiado cansado como para guardar el coche en el garaje y ahora no arrancaba y, encima, el dueño del único autobús que paraba en aquel barrio de extrarradio había decidido pasar esos días con sus hijos, a los que echaba de menos y cuyo rápido crecimiento se estaba perdiendo, así que le tocó correr durante tres manzanas bajo un frío que cortaba como un cuchillo hasta la siguiente parada de autobús, y cuando éste llegó, iba tan lleno que tuvo que esperar al siguiente, lo cual produjo irremediablemente que llegase media hora tarde al trabajo. 

Así, mientras unas chillonas vocecitas infantiles entonaban el “Campana sobre campana” tuvo que soportar la bronca de su superior, vestido de una especie de Papá Noel sin barba ni barriga pero con la nariz roja como la de Rudolf. Y como colofón a ese precioso día de vísperas de Navidad, su madre le había llamado para informarle, con gran entusiasmo, que se pasaría esa tarde para hacer las compras navideñas de toda la familia junto a él, que “ya se conocía el centro comercial”. 

Y el “Hacia Belén va una burra” sin dejar de sonar.


_________________________

¡Holaaa! Antes que nada, Feliz Navidad!! Aunque el protagonista del relato de hoy no parezca muy contento con ella xDD Este relato se aparta un poco del estilo de los que estoy acostumbrada a subir al blog, pero ya hacía tiempo que quería también subir otras cositas e ir variando estilos, y como gente a la que aprecio mucho me comentó lo mismo, creí que había llegado la hora de escribir algo un poco más ligero y gracioso.

Este relato me hace mucha gracia por el contraste entre la alegría y entusiasmo de todo el mundo y el malhumor del protagonista, que no ha tenido un buen día precisamente. Obviamente está todo exagerado para maximizar el efecto, pero aún así, hay cierto toque de realidad porque, ¿quién no ha tenido un mal día incluso en Navidad? ;)
Muchísimas gracias por pasaros, ¡hasta pronto! :)

domingo, 9 de diciembre de 2012

El aroma de la Navidad


La oscuridad de la noche hace horas que se ha cernido sobre el pequeño pueblo. En la calle, tan sólo el ululato ocasional de algún ave rompe el silencio sepulcral de ese día gris. De las chimeneas de las casas antiguas se desprende un aroma a leña quemada, a fuego de invierno, a historias de navidad mezcladas con tazas de humeante chocolate.

Desde una de esas casas con chimeneas antiguas, un rostro joven se asoma a la ventana. Las escasas luces de Navidad que han colgado ese año en las calles no atraen su atención, tampoco el enorme árbol navideño plantado en medio de la plaza. Ella se fija en las dos personas que andan de la mano por la calle. La niña dando saltos y hablando atropelladamente, la madre sonriendo condescendiente cargada de bolsas que más tarde traerán los Reyes Magos. No puede escucharlas, pero se imagina su conversación. La ilusión en las palabras de la hija, la inocencia con la que espera que la magia de la Navidad aparezca. Sonríe sin darse cuenta. Ella una vez también fue así, como casi todos los niños. Esperando impaciente la Navidad, chillando como loca al ver acercarse a los Reyes Magos, atragantándose con las pequeñas uvas que le habían preparado especialmente.

Ahora la Navidad es diferente. Ya no espera su magia, tampoco chilla con los Reyes Magos y las pequeñas uvas ya no son tan pequeñas. La Navidad ya no son luces, belenes ni árboles llenos de abalorios llamativos. Tampoco es inocencia, ni alegría desmedida, ni ilusión por su llegada. La Navidad ha cambiado con ella, con su historia, con su vida. Y, sin embargo, la Navidad sigue oliendo como siempre, como el frío del invierno y como la leña quemada. Como una tarde junto al fuego y como risas de madrugada.

La Navidad ha cambiado, su Navidad ha cambiado. Y, sin embargo, sigue oliendo a familia.

________________

Porque la Navidad, aunque no sea la de nuestra infancia, sigue siendo, para mí, sinónimo de familia. De la de verdad, la que quieres, la que está contigo, la que no necesita de grandes fiestas para reír junto a ti. La Navidad, ahora, sólo me recuerda que tengo una familia maravillosa, a la que agradezco por estar ahí.
Espero que todos encontréis un motivo bonito para celebrar la Navidad.
¡Muchas gracias por leerme y hasta pronto!

domingo, 25 de noviembre de 2012

L'espill (El espejo)


CATALÀ:

Es mira a l'espill, la por impresa en els seus ulls, els cruels records en cada fibra de la seua pell. La tristesa, l'angúnia, els per quès. 

Voldria mirar-se a l'espill i vore somriures, records dolços, rises fresques i cançons alegres. Voldria poder acostar-se a l'espill i dir-li que algun dia ja no li tindria por, ja no seria una formigueta front un gegant poderós, ja tornaria a ser ella.

Uns braços l'envolten suaument per l'esquena. Un abraç suau i intens a la vegada. Una veu li mormola paraules dolces, cançons alegres i comença a crear records feliços. Mai més por, li diu. 

Juntes es miren a l'espill, la formigueta poc a poc se sent menys menuda. El gegant és cada vegada més covard i insignificant. L'espill li torna la imatge d'una dona forta, decidida, segura del que vol i sobretot del que no vol. La imatge de dues dones que, juntes, seran com el petit Goliat. La imatge d'una amistat que empenta la formigueta fora del seu cau, que li agafa la mà i li diu que sempre estarà al seu costat, valenta. 

L'espill observa les dues dones desde la distància, ara ocupades en començar la nova vida de la ja-no-tant-formigueta. L'espill les sent fer una cridada, segurament la més important de la seua vida, i respira tranquil. Està desitjant que eixa formigueta torne a ser una princesa.

____________

Un xicotet relat per a commemorar el Dia Internacional Contra la Violència de Gènere. Per fer un xicotet homenatge a totes eixes valentes que lluiten contra la brutalitat d'uns sers que no mereixen ni ser anomenats persones. Espere que, poc a poc, totes les formiguetes que es miren a l'espill conseguisquen transformar-se en les princeses que porten dins. 


CASTELLANO:


Se mira en el espejo, el miedo grabado en sus ojos, los crueles recuerdos en cada fibra de su piel. La tristeza, la angustia, los por qués. 

Querría mirarse al espejo y ver sonrisas, recuerdos dulces, risas frescas y canciones alegres. Querría poder acercarse al espejo y decirle que algún día ya no le tendría miedo, ya no sería una hormiguita frente a un poderoso gigante, ya volvería a ser ella. 

Unos brazos la envuelven suavemente por la espalda. Un abrazo suave e intenso a la vez. Una voz le susurra palabras dulces, canciones alegres y empieza a crear recuerdos felices. Nunca más miedo, le dice. 

Juntas se miran al espejo, la hormiguita poco a poco se siente menos pequeña. El gigante cada vez es más cobarde e insignificante. El espejo le devuelve la imagen de una mujer fuerte, decidida, segura de lo que quiere y sobre todo de lo que no quiere. La imagen de dos mujeres que, juntas, serán como el pequeño Goliat. La imagen de una amistad que empuja a la hormiguita fuera de su guarida, que le coge la mano y le dice que siempre estará a su lado, valiente. 

El espejo observa a las dos mujeres desde la distancia, ahora ocupadas en empezar la nueva vida de la ya-no-tan-hormiguita. El espejo las oye haciendo una llamada, seguramente la más importante de su vida, y respira tranquilo. Está deseando que esa hormiguita vuelva a ser una princesa.

_____________ 


Un pequeño relato para conmemorar el Día Internacional Contra la Violencia de Género. Para hacer un pequeño homenaje a todas esas valientes que luchan contra la brutalidad de unos seres que no merecen ni ser llamados personas. Espero que, poco a poco, todas las hormiguitas que se miren en un espejo consigan transformarse en las princesas que llevan dentro. 





sábado, 24 de noviembre de 2012

Reloj de Arena (Parte II)


Tiempo: Parte I 

El sonido de un trueno la saca de su ensimismamiento. Hace horas, o tal vez sólo minutos que parecen infinitos, que está mirando ese viejo álbum de fotografías. Recuerdos de momentos felices, de historias de infancia, de imprevistos que se convertían en una parte indispensable de sus vidas. Las hadas de nieve, que no muñecos porque ella siempre había querido construir una Campanilla de cristal, las largas noches contemplando los hermosos copos de nieve caer, el café, el sempiterno aroma a café.

Quisiera volver atrás en el tiempo, recuperar esos momentos ahora perfectos y guardarlos en una cajita de hierro para evitar que escapen de nuevo, para impedir que vuelvan al pasado, para desear que se conviertan en futuro.

Quisiera poder hacer del presente el pasado, del pasado un futuro, y del futuro una incertidumbre que descubrir juntos. En la nieve, observando caer los copos de nieve, construyendo hadas del cristal de los duendes, oliendo el café y escuchando las burlas cariñosas cada vez que le cueste bajar del telesillas.

La luz de un relámpago la deslumbra momentáneamente. Cuando vuelve a abrir los ojos, las lágrimas ya han empezado a recorrer el camino hacia su corazón. La lluvia salada le recuerda sus deseos, o su deseo, aquel que la hace querer volver atrás, a aquellos recuerdos etéreos, a aquellos tantos días que ahora conjuga en tiempo pretérito.

Quisiera vivir en un cuento, en un mundo de magia donde hasta lo más inesperado puede convertirse en tu objeto más preciado. Como un reloj de arena. Ojalá tuviera uno. 

Ojalá tuviera un reloj de arena para poder darle la vuelta al tiempo.


_____________________

Todos, en algún momento, hemos deseado tener un reloj de arena, ¿verdad? Ésta es la segunda parte de la secuencia sobre el tiempo con la que retomé el blog. No es un relato muy animado, y de hecho me pensé si subirlo o no porque ahora mismo me apetece más escribir cosas alegres, pero ambos relatos los pensé juntos, creo que se complementan muy bien y sentía la necesidad de darle su otra mitad al relato que ya había subido al blog. 

De todos modos, aunque sea un poco triste, espero que hayáis disfrutado la lectura. 
Gracias por pasaros y dos veces gracias a los que me comentáis. 
¡Nos leemos pronto!

jueves, 15 de noviembre de 2012

Café con leche y miel


Miró con atención la cuchara de madera. La miel se deslizaba por ella lentamente, cayendo poco a poco en el humeante vaso.

Recuerda la primera vez que supo que el café con leche y miel sería su bebida favorita. Ambas habían leído el mismo libro, habían reído en los mismos pasajes y amado las mismas líneas. Comentaron emocionadas el final, discutieron qué era bueno y qué no era tan bueno. Se enamoraron a la vez de las mismas palabras. Se abrazaron muertas de risas cuando decidieron que ellas serían hermanas también, como en el cuento. El suyo podría ser el número catorce, ese número tan especial. ¡Había habido tantos catorces inolvidables! Porque los recuerdos de una eran los recuerdos de la otra, los catorces de una eran los catorces de la otra, las lágrimas de una eran la media naranja de las de la otra. 

"Mi hermanita de leche y miel", le dijo por primera vez mientras la miraba sonriente. "Mi hermanita de café con leche" respondió emocionada antes de abrazarla. Una taza de leche endulzada con la miel de una, intensa con el café de la otra. Una taza de leche perfecta. 

La miel de la cuchara sigue cayendo en el humeante tazón, acumulándose en el fondo, sedimentando la certeza de un vínculo que va más allá de lo explicable, que sólo puede sentirse, como el sabor de la miel o el aroma del café. 

Sonríe con ternura mientras escucha la preciosa aria que está cantando en la habitación de al lado su otra mitad de café, y le agradece internamente. Le agradece sus abrazos, su tesón, sus lágrimas, sus sonrisas. Le agradece su voz, su risa, sus palabras. Le agradece que esté allí, junto a ella, entendiéndola con la mirada, cogiéndole la mano, diciéndole sin decir que siempre podrá confiar en ella. 

Le agradece que sea su hermana, su taza de café, su mitad en una combinación perfecta que ahora, y desde aquella tarde de risas y confesiones, sabe a Siempre. 

_______________________

Dedicado a una de las personas más importantes en mi vida. Espero que tanto a ella como a quienes hayáis llegado hasta aquí os haya gustado. 
Muchísimas gracias por las visitas y sobre todo por los comentarios. Nos vemos pronto ;)

martes, 6 de noviembre de 2012

La casa de chocolate


El crepitar del fuego es el único sonido de la habitación. El aroma de la leña quemada se mezcla con el del chocolate recién hecho, como si lo que se está quemando fueran troncos de cacao. Cierra los ojos y recuesta la cabeza en el sillón. Afuera, el viento aúlla con fiereza y golpea las ventanas agresivamente, queriendo adentrarse en esos cálidos hogares, buscando un poco del calor que desprenden. Pero no puede. El viento sigue siendo frío, rápido y estremecedor. Nadie le deja pasar, nadie le permite unos minutos al lado de una chimenea encendida, y por ello debe seguir buscando, con fiereza, agresivamente, desesperadamente.

Tampoco hoy podrá adentrarse en el hogar donde se queman troncos de chocolate. Desde allí, la oscuridad del cielo parece un poco más clara, adornada por esos pequeños puntitos brillantes que se cayeron de algún bote de purpurina. El calor del fuego parece avanzar lentamente con cada respiración, envolviéndole con cuidado, poco a poco, adormeciéndole con ternura. Se adentra en su duermevela tranquilo y lo transporta a un mundo de brisas que le suspiran de amor a la lumbre, un mundo de árboles rellenos de almendra con virutas de chocolate, de despertares y sueños unidos en uno y de botes de purpurina esparcidos descuidadamente en derredor.

Afuera, el viento sigue aúllando, cantándole su soledad a otra alma solitaria que observa la noche desde las alturas, rodeados ambos de pequeños puntos de luz, unos resultado de un bote de purpurina que cayó, otros como adorno final de unos árboles que en algún lugar, en un sueño lejano, siguen siendo de chocolate.


_________________
Nunca olvidemos esas pequeñas ilusiones que hacen que nuestras vidas sean un poquito más luminosas ;)
Gracias por leerme :)